Una tarde, recién levantada de una grandiosa siesta, preparé mi mate y me senté frente a la mesa a tomarlo, mirando a la nada. Tenía la mente en blanco, y todavía un poco de modorra. Lentamente, algunos pensamientos empezaron a emerger: recordé las vaquitas que inspiraron la poesía, sonreí recordando buenos momentos con mi amiga Amalia, y en que aún no había tejido un muñeco para ella. En eso, me acordé que no había hecho el ejercicio de dibujar que tocaba esa semana del entrenamiento de El Camino del Artista. Y volví a pensar en vacas, viniendo a mi mente inmediatamente la dichosa canción: “…tiene cabeza y tiene cola… ¡Y hace muuuu!”
Entonces sobrevino esa pregunta que hizo que el hombre quiera viajar a la luna, y a Steve Jobs inventar el I-Pad… “¿Y qué tal si…” “…tejo un títere que sea una vaca?” ¡La Vaca Lola! ¡Claaaroooo! ¡Para hacerle compañía al Monstruo de la Laguna!
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